Me descubro a mí misma hablando sola, más veces de las que quisiera.
Hace bastante tiempo que no escribía aquí. Los frutos de mis experiencias fueron depositados a la antigua, en hojas de papel.
Una noche volví a abrir este Blog, sólo para recordar como era yo. Porque a veces me pierdo entre la personalidad efímera que se posee actualmente. Uno se deja guiar por la corriente, puede cambiar cuando piense que es necesario. Pero todo es superficial.
Estamos en el siglo XXI, el hombre moderno adorna las calles con caminatas al aire libre, acompañados de un perro y 10 selfies.
Es un mundo extraño, muy extraño. Realmente nunca fui amante de las relaciones personales; sin embargo ahora necesito atestiguar mediante películas viejas cómo era antes la tierra, tan austera, simple y bella.
Alguna vez existieron piratas, ¡de verdad existió la Inquisición!. Lo que observo en las películas parece ficción, pero todo tiene su origen en la realidad.
La realidad ahora esta distorsionada. Me siento como un títere sin rumbo fijo. Es extraño, me siento extraña. No entiendo a dónde van las personas hoy en día.
No tengo palabras para describir la extraña manera en el que el péndulo de la vida oscila entre un mundo que ni siquiera existe; el internet. ¿Dejaremos de existir? No me refiero al cuerpo, si no al alma.
El alma devorada por ondas invisibles, dejando al cuerpo autómata en estado vegetal.
Afirmo de nuevo que no tengo palabras, aunque mi preferida sea "extraño" para describir mi percepción del mundo actualmente.
Todo ya está hecho, inventado y pensado.
¿Aún existe la posibilidad de un más allá extraordinario?
¿Se puede hallar aún la autorrealización?
¿Qué personas pueden hallar aún la belleza eterna en lo cotidiano, sin involucrar redes de Wi-Fi?
Extraño, extraño, extraño